XXXIII SEMANA DEL TIEMPO
ORDINARIO
CON LA PERSEVERANCIA SALVARÉIS VUESTRAS
ALMAS
El Señor quiere que vivamos conscientes de nuestra condición de finitud, de
temporalidad, y por ello nos invita a que vivamos atentos y con provisionalidad en este mundo. Nuestra tentación es vivir nuestra existencia como si nuestra permanencia terrena fuera para
siempre.
Nos dice que viene el día para los arrogantes, para los soberbios, para los que
creen burlar a Dios, para los que han desvirtuado la conciencia del bien y el mal, de los que han comido del fruto del pecado que es sobrepasar a Dios, que es pensar que podemos
pasar por encima de nuestro Creador, pues si, les llega el día del juicio, donde se levantara un sol de justicia, donde podrán ir todos los despreciados de esta tierra, aquellos que han sufrido los
tormentos de la injusticia de una humanidad que vive sin Dios y al margen por lo tanto de la Verdad plena.
Es el juicio de Dios que acabará con aquellos que pensaron esquivar a Dios, y su
condición humana, ¡que equivocados! ¿Quién puede huir de Dios? ¿Quién quedará al margen del Único que es justo?
Y para ello trabajemos con ahínco, con interés, miremos nuestra vida, y pensemos
si nos merecemos los dones divinos, si trabajamos con ganas, si cumplimos la misión que el Señor nos ha encomendado a cada uno de nosotros. Sí, dejemos la soberbia, el orgullo, la pereza, huyamos de
lo fácil, de lo cómodo, no queramos ir por el atajo que nos propone el demonio, que nos ofrece grandes cosas, grandes promesas de una manera fácil, pero que lleva al final a la condena de nuestra
alma.
Todos nuestros ídolos, nuestros dioses quedarán destruidos, nuestros falsos
altares, aquellos que dábamos culto caerán como gigantes de barro. Llegará el día de la persecución, de la humillación, de la venida del vengador, de Satanás que vendrá en forma de autoridad terrena
a destruir la Venida del Reino de Dios, pero vosotros, los elegidos, manteneros firmes, alzad la cabeza, que llega el tiempo de la liberación.
El Señor nos marcara la senda para caminar en el caos de la humanidad, que
sucumbirá ahogada como en los días del diluvio, pero que no podrá contra los Hijos de la Luz, es la venida de la gran tribulación, de la redención y de la salvación.
Ciclo C, XXXIII Tiempo Ordinario: Mal 3, 19-20a, Sal 97, 2Tes 3, 7-12, Lc 21,
5-19.
Javier Abad Chismol